martes, 15 de julio de 2008

Cuento( continuación)

Tras salir de su ensimismamiento Dafne comenzó a hablar con Ángel. Le hizo un par de preguntas, sin embargo, él parecía que estaba en otro mundo.
Ella, cabreada por esta actitud, se lo reprochó:
- Oye, ¿ te importaría si te concentras un poco en responder a mis preguntas con la mayor certeza posible ?- Le dijo mientras su semblante se ofuscaba y arqueaba la ceja.
Ángel, sorprendido por este aviso hizo ademán de cogerle la mano. Sin embargo la apartó. Parecía que ella no estaba muy receptiva a nada, y menos a muestras de cariño en el trabajo. A lo que respondió:
-Sí, claro.
La reunión no duró mucho mas, y al finalizar, ella se levantó del asiento y mientras caminaba hacia la puerta, escucho la voz de su cliente:
-Gracias, muchas gracias por todo- .
Acto seguido le sonrió, tenía la mejor sonrisa que jamás ella hubiera visto. Se sonrojó por pensar en eso. -¡ No puede ser !- Se dijo para sí, - es tu cliente- .
Cerró la puerta tras de sí. Convencida de que nada de eso le afectaría, que ella era mucho mas fuerte, no caería en eso del amor, ¡no señor !. Se alejó de allí con esa idea fuertemente en la cabeza.
Por el contrario, Ángel tenía otra sensación, no podía de dejar de soñar con ella y recordaba una y otra vez su conversación. Su voz, su boca, su pelo.
Nunca se había sentido tan bien. Pero una duda le asaltó:
¿ Y si yo no le gusto? ¿funcionaría si ella es mi abogado y yo su cliente ? .
Con todo esto, salió al día siguiente del calabozo.
Su amigo Marco le esperaba con su coche en la puerta. Caminó hacia él y lo abrazó con efusividad.
Ya de camino a su apartamento comenzó a hablar de Dafne. No podía parar.
-Creo que estas enamorado hasta las trancas, Angelillo- Marco, lo interrumpió.
¿Y si era verdad ?. Sonrío de nuevo, estaba enamorado, ¡que se le iba a hacer !
En el otro extremo de la ciudad, en una casa bastante modesta, Dafne leía de nuevo la declaración de su cliente. Lo tenía bastante díficil, porque era un menor de edad a quien había pegado. Y aunque alegaran defensa personal, el jurado no estaría a su favor.
Tendría que pedir un acuerdo, algo para que Ángel no fuera a la cárcel.
Lo llamó para hablar sobre lo que pensaba hacer. ¿Realmente lo llamaba para eso o para simplemente oír su voz?
Marcó las teclas de su móvil, lentamente, despacio, como intentando atrasar lo que iba a hacer. Pero, la voz fuerte y dulce de él se escuchó tan rápido..
- ¿Sí ?
-¿Ángel Fernández ? , soy tu abogada, Dafne Perez, perdona que te moleste, pero me gustaría que sepas como va tu caso, lo que pretendo hacer y todo eso..
-.... perdona.. pero te escucho fatal.......... te ... importa si... ¿quedamos para hablar mejor?. ¿ En la cafetería de la Gran Vía te parece bien ? ..... mañana a las 5:30.... ok ?....
De repente se cortó. Las interferencias eran muchas, pero el mensaje lo recibió con total claridad. Habían quedado, en un sitio totalmente ajeno al trabajo,aunque de lo que hablarían sería estrictamente profesional. Se intentaba autoconvencer nuestra protagonista.
Al día siguiente, el periodista, se vestía y perfumaba con toda la prisa del mundo, se esmeraba por tener mejor aspecto del que tenía cuando se vieron en la comisaría. Salió de su casa, cogió su coche, y se dirigió al centro.
Cuando entró en la pequeña cafetería, ella ya estaba allí. Mirando impaciente su reloj. Guapísima, con su pelo castaño recogido en una coleta muy desenfadada. Unos vaqueros, una camiseta ajustada, y ese olor a vainilla.
Nada de la indumentaria a lo que los abogados le tenían acostumbrado.
Se acercó y le dió dos besos. Su olor lo acarició suavemente. Como si recorriera su cara entera. Cerró los ojos por un instante.
Ella ya estaba hablando del caso.
Y mientras pedían, ella siguió hablando de los planes del trabajo, sin darse cuenta que él no prestaba atención a lo que decía, simplemente asentía, y miraba constantemente en sus labios.Tan carnosos, tan delicados...
Casi por impulso, se acercó mas a ella. Le miró a los ojos, se perdió en ellos, y apróximo su boca a la de ella. Le dió un beso, y el tiempo se paró. La gente desapareció de su alrededor, sólo existian ellos dos...


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