sábado, 1 de octubre de 2011

Correspondencias

Querido amigo mio:

Hace ya seis meses desde su partida, desde que abandonó su ciudad para encontrar una nueva vida y, me extraña no haber recibido noticias de usted desde entonces.

Si fuera tan amable me gustaría saber el estado en el que se encuentra, ya que, me preocupo por su bienestar y sobre todo me preocupo por su nueva vida. Espero que sea como usted planeaba.

Sin embargo, no dejo de preguntarme ¿qué de malo tenía la anterior?.Su trabajo como profesor le aportaba el suficiente dinero como para vivir bien. Además, tenía junto a usted a su familia y a sus amigos.

Se que su vida era sencilla, sin grandes riquezas, poder o ambiciones pero era una existencia agradable y tranquila.

En mi opinión su vida era mi ideal de perfección. Y si le soy del todo franca esperaba que esa vida la compartiera conmigo.

He tenido el placer de mantener su amistad durante cinco hermosos años y nunca le he confesado lo que me gustaría confesarle ahora, que le amo.Le quise desde que nos conocimos en profundidad. Cuando compartíamos confidencias sentados en los bancos. Cuando paseabamos si que nos importara el detino, y cuando cenabamos juntos en la terraza de algún restaurante mientras mirábamos el mar, difrutando de la compañía del otro.

No le contaría todo esto si no supiera que usted me corresponde en mis sentimientos. ¿Recuerda aquel roce que tuvieron nuestras manos al caminar juntos?.

Por eso no comprendo cómo se marchó, como lo hizo sin mí.

Se que tal vez tenía que haberselo dicho antes, pero mi vergüenza natural me impedía articular palabra alguna al respecto. Y ahora la distancia me da la valentía y la fuerza suficientes para declarar todo lo que siento.Por favor, si sus sentimientos no han cambiado, responda a esta carta y vuelva pronto a por mí.

Siempre tuya.

S.


(Aquí la contestación)


Estimada señorita:

Siento que la ausencia de mis noticias le hayan causado tant agonía. Debo pedirle disculpas por ello.

He de decirle, ya que tanto desea saber, que todo me está yendo muy bien, tengo un hogar nuevo, un trabajo nuevo y familia nueva.

Sí, desde hace un par de meses mantengo una relación con una mujer a la que adoro, y me atrevería a aventurar que tal vez ella sea la indicada para desposarme.

Seguramente esto no hará sino causarle mas pena, debo pedirle de nuevo que me perdone si creyó en algún momento que sus sentimientos eran correspondidos. Pero lo cierto es que yo nunca dije nada, ni di a entender nada para que usted lo pensara así.

Debe entender señorita que mi trabajo era estar con usted y cuidarla.

Nunca fui profesor, ni llevamos cinco años como amigos. Usted creo en su mente esa historia, una historia ficticia.

Cuando nos sentabamos en los bancos de los que usted habla, era porque debiamos descansar en algún lado de nuestros paseos de la institución de salud mental en la que se encontraba. Supongo que usted no tenía conciencia de lo que realmente pasaba.

Le agarraba de la mano porque a veces sufría ataques en los que violentamente atacaba a todos y yo era el único que podía ayudar a tranquilizarla. De esta forma creó un mundo de fantasía en el que yo era su enamorado y su obsesión.

Es por ello por lo que tuve que irme, ya no estaba seguro.

Ahora que sabe donde vivo no me queda otra que mudarme.

Por favor, no me busque, le prometo que estas son las ultimas y únicas palabras que le escribiré.

Mi intención ha sido buena, solo deseaba hacerle volver a la realidad.

Se despide


Su antiguo enfermero.



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