Lo llamaban Troy, pero su nombre verdadero era Carlos.
En el barrio nadie sabía nada de él.
El día que desapareció nada cambió a la vista: todo estaba en su sitio, nada paranormal que indicara que se había esfumado de la tierra. Ninguna señal que dijera que él ya no estaba entre los vecinos de aquel pueblo en medio de la nada.
Sin embargo,desde ese día, los vecinos se empezaron a comportar de otra manera.
Los niños dejaron de jugar en las calles, los vecinos dejaron de hablar entre sí, ya no había cordialidad, y la hospitalidad de la que tanto presumían de repente se evaporó.
Desapareció un domingo de amanecida, cuando todo el mundo dormía tras la fiesta del sábado por la noche.
Ese sábado era especial, todas las calles estaban llenas de colorido, la gente salía de sus casas, se asomaban, primero tímidos luego, sin pudor alguno salían de la puerta bailando y cantando al compás de el desfile de las comparsas que allí se reunían.
Detrás del desfile, en su coche nuevo estaba el alcalde, regordete como él solo, con su piel enrojecida por el vino, y con un bigote que le tapaba todo su finisimo labio superior. A su izquierda, su mujer, con aires de Grace Kelly, sin tener ningún parecido con ella: morena, ojos negros como la noche, y de tez morena (que tanto esfuerzo había conseguido a través de los rayos uva que había pagado con el dinero de su marido )
Esa noche, tras unos aparcamientos una pareja de enamorados se besaba con pasión.
Mas allá, una pareja de ancianos recordaban sus tiempos de juventud.
Pero en la pequeña esplanada del pueblo, que se encontraba a las afueras del ya nombrado, un grupo de muchachos molían a palos a Troy.
Troy o Carlos, sufrió la paliza mas fuerte de su vida.
Al día siguiente no se le volvió a ver mas el pelo.....